Scott Burdick comenzó a hacer arte a una edad temprana mientras soportaba estadías prolongadas en el hospital durante su infancia. Quizás sea este crisol el que le da a su obra madura su innegable incandescencia. Burdick explora temas que transmiten una belleza efímera con una exuberancia tan genuina que es difícil para el espectador no sentirse elevado al participar en su trabajo. Burdick es un pintor realista, pero su amor descarado por los colores brillantes y la aplicación gruesa eleva su firma estilística lejos de los límites del trillado territorio realista.

Su enfoque cambia fácilmente según el tema, a veces optando por detener el tiempo en un momento perfecto, a veces absorbiendo esa perfección por completo solo para pintar alrededor del tema mismo, para captar su verdadera esencia. Independientemente de lo que pinta Burdick, su optimismo y su profundo aprecio por todas las pequeñas cosas que hacen que la vida sea hermosa, brillan para iluminar el espíritu del observador.

Burdick vive en las estribaciones de los Montes Apalaches con su esposa y compañera de pintura, Susan Lyon.